Álvaro Mejía: la conciencia de la máquina tejida entre el hombre y la bicicleta – Ciclismo Internacional

Álvaro Mejía: la conciencia de la máquina tejida entre el hombre y la bicicleta

Por @eskrraga

Cuando vi los vídeos de las etapas, sentí que ya era lejano el tiempo en donde la gente podía atiborrarse en las montañas a esperar a los ciclistas; en ese entonces los fluidos de los otros no eran balas letales ni se instituían como sombras que, al abrazarnos, nos podían contaminar con un virus de potencial mortalidad si se juntaba con el azar que ha coadyuvado a la evolución.

Photo Cor Vos © 2017

Volver a ver el Tour de Francia de 1993, me retrotrajo a las mañanas de las vacaciones escolares de mitad de año, cuando emitían los últimos kilómetros y ocurrían los últimos estertores de entusiasmo en el ciclismo colombiano, poco antes del bache que sólo tuvo una isla cuando apareció Santiago Botero una década después.

Álvaro Mejía ocupó, durante gran parte de la competencia, el segundo lugar. Eso sí, a un tiempo considerable de Induráin pero eso era suficiente pues ocupaba el primer puesto de esos humanos que debían vérselas con aquel androide navarro que apuntaló el sueño de España de volver a ser del primer mundo, sacudiéndose así, de una vez por todas, de los rezagos de lo que había quedado del generalato.

Mejía, sin la figura trágica de un Lucho Herrera ensangrentado, renovó la idea de que, en un futuro, un colombiano podía ganar un tour de Francia. En ese 93, vestía la camiseta del Motorola, el equipo de Hampstein y Armstrong. Ahora, vista desde la distancia, esa circunstancia fue un prolegómeno de la mezcla entre la tradición ciclística anglosajona y la feracidad y el desorden sudamericanos cuyo punto culminante se dio en 2019 con Egan Bernal.

En la charla que sostuve con Álvaro Mejía, me refirió su estado de alerta ante la crisis sanitaria. Finalmente, es médico y ha ejercido su profesión con la misma profesionalidad con que se subió a una bicicleta y forjó un palmarés rico. Fue el ganador de la camiseta blanca de jóvenes en el tour de Francia en 1991, el mismo donde, un jueves 18 de Julio, en Val Louron, Induráin asaltó el trono desde el que tiranizó la competencia francesa durante un lustro.

Ese mismo año ocupó el cuarto lugar en el mundial de Stuttgart que ganó Bugno y, luego, vinieron los triunfos en la Vuelta a Murcia (1992), la Volta a Catalunya (1993), el cuarto lugar en el tour de Francia (1993) y el primer puesto en la Ruta del Sur (1994).

El nacimiento

“Mientras estaba en el colegio, empecé a jugar fútbol como todos los niños, incluso hice parte de un club deportivo en Santa Rosa de Cabal. También practicaba el atletismo; competí en pruebas de fondo a nivel nacional y gané dos, pero después de una Vuelta a Colombia que pasaba por Pereira, me llamó la atención este deporte y empecé a ponerle más cuidado; salía a montar bicicleta y pronto me inscribí como ciclista en el mismo club”.

“El presidente me empezó a llevar a pruebas departamentales y regionales; es un deporte que requiere sacrificio y un poco de dinero para asumir los gastos, sobre todo en las pruebas, pero a los cuatro meses empecé a competir y a ocupar los primeros lugares. Entonces tuve la oportunidad de ir a la vuelta de la juventud en representación de Santa Rosa de Cabal; me fue bien y los técnicos del Manzana Postobón me llamaron para formar parte de las filas de Castalia, su equipo sub-23”.

La extraña Vuelta a Colombia de 1988

“En 1986 gané la clásica de Carmen de Viboral con Castalia y en 1988 gané la vuelta de la juventud y el clásico RCN, que por aquél entonces tenía a competidores como Herrera y Parra. También iba a ganar la vuelta a Colombia, pero terminé segundo”.

“He escuchado muchos comentarios sobre esa edición; parece que había intereses de que ganaran otros corredores y no un sub 23 porque eso le podía quitar prestigio al certamen; personas muy serias me dijeron que hubo arreglos para que no ganara. Es más, afirman que, en la penúltima etapa, en una Contrarreloj entre Villa de Leyva y Tunja, cuando yo arrancaba como líder con tres minutos de ventaja sobre el segundo, no se hicieron los controles debidos. Incluso una persona me afirmó que efectivamente llevaron al competidor durante uno o dos kilómetros agarrado a un carro para que descontara hasta que ganó la competencia”.

El exterior

“La primera salida fue a una isla francesa que se llama Guadalupe. Fue una experiencia bonita pero también amarga porque me caí en la primera etapa, que era un prólogo por equipos, y terminé con fiebre. Al año siguiente llegué mejor y gané la contrarreloj, que era plana con un ascenso corto al final”.

“Luego nos fuimos al Dauphiné, donde fue muy difícil pues nos sentíamos en un ambiente extraño ya que desconocíamos las carreteras y teníamos que experimentar todo el tiempo. Aparte de eso, a algunos les daba muy duro salir de Colombia y quedarse dos meses fuera de sus casas. Yo me fui adaptando temprano y sentí más comodidad por el respeto de los aficionados, eso los hace unos verdaderos profesionales de la afición”.

Europa y Colombia

“Antes, en Colombia, se acostumbraba a ser muy agresivos, a dar un espectáculo maravilloso desde el comienzo de las etapas. En Europa salían las etapas y muchas veces no se aceleraba; incluso cuando los colombianos atacaban, los europeos se reían porque ellos hacían unas etapas controladas, sabían dónde iban a alcanzar, pero eso se les salió de las manos y empezamos a ganar etapas”.

1991: la estela de los gigantes

“Me preparé muy bien; hacíamos trabajos y planteamientos para trabajar en carretera, pensando en llegar en buenas condiciones. La verdad es que me sentí muy bien y, en la medida que avanzaron las etapas, me fui metiendo entre los primeros quince y se sintió más la lucha con los jóvenes pues uno se da cuenta que no puede entrar a pelear la general. Luchamos por la camiseta del mejor joven y fue maravilloso ganar esa clasificación”.

“Después fui a otras competencias hasta que el equipo tomó la decisión de no seguir en el calendario europeo y ellos mismos empezaron a buscar cómo podían vincularme a otra agrupación y lo hicieron con Motorola. Ahí me encontré con Hampstein y con Armstrong”.

El mundial de Stuttgart

“Esa fue una de las carreras más bonitas. Un mundial tiene muchísimos detalles que, a veces, la afición no se da cuenta, pero uno queda sorprendido de lo que puede hacer el organismo en momentos difíciles. Yo acabé de hacer el Tour y me dijo Raúl Meza: “no vamos a Colombia, hacemos un trabajo para los mundiales”. Y fue lo que hicimos. El recorrido me favorecía mucho; hay que ir con la cabeza puesta de ir a luchar. Un campeonato es una prueba muy difícil porque desde que se sale hasta que se llega no se para y se aumenta la velocidad a medida avanza el recorrido”.

“Me acuerdo de la subida, que tenía unos seis o siete kilómetros, y, al final, había una recta de unos 800 metros. Faltando dos vueltas, la fuga nos llevaba unos cuarenta segundos, pero Induráin decidió atacar cuando empezaba la subida. Luego, en la recta, vimos que él le llegó, yo pensé que nadie más iba a atacar y me decidí porque no me quedaba más terreno para hacer una carrera bonita, de acuerdo con lo que sentía”.

“Me fui y nadie salió y, cuando yo llegué al plan de unos 500 metros, los vi a ellos, que estaban a punto de coger una curva que había en la derecha; yo hice una crono y, cuando salí a la derecha, ya los tenía cerquita, les entré empezando el descenso”.

“Cuando vieron para atrás, se sorprendieron y miraban entre sí. Yo me dije: ellos tres van a estar pensando cómo se van a cuidar, entonces hice tres intentos y no me dejaron ir. El último fue faltando, más o menos, 800 metros, ya entre las vallas, con un poco de viento de derecha a izquierda, y cometí el error que empecé a mermar velocidad, pero no subí piñones; cuando ellos decidieron ir a atacar me costó mucho trabajo y me cogieron más o menos 30 metros y me quedé a rueda del tercer hombre… esa fue una experiencia muy bonita. Haber hecho un cuarto lugar y haberles entrado a ellos, era como ganar un campeonato del mundo porque para Colombia sigue siendo la mejor representación en un campeonato mundial de ruta”.

Motorola y las dificultades del Tour

“Uno de los errores que cometimos con Manzana Postobón fue hacer tantas carreras y, a veces, no teníamos en cuenta que es lo que se trabaja ahora en la parte científica. En el noventa y tres llegué muy bien a al tour y empecé a ser el primero del equipo; de hecho, Hamsptein y Armstrong trabajaron para mí. Lo hacían como cualquier gregario, eran muy profesionales”.

“En Motorola aprendí cómo se debe correr; empezamos a hacer mejores Tours de Francia porque la confianza de los ciclistas era mayor. El asunto es que teníamos a un ciclista que era muy difícil de derrotar: Miguel Induráin. Para el noventa y tres ya había ganado dos tours consecutivos; hacía cronos impresionantes, subía muchísimo a pesar de su peso. La otra dificultad era de control de medicamentos prohibidos y muchos ciclistas caminaban por encima de lo que debían caminar”.

Armstrong

“La verdad que yo lo veía como cualquier compañero. Era un comportamiento muy serio el de él, muy respetuoso, participaba con mucha coherencia en todas las reuniones que se hacían. Ante todo, era un ciclista muy concentrado y centrado; si la cita era las siete para el desayuno, él llegaba a las seis y media y leía la prensa y le decía al segundo que él había llegado primero; tenia el numero uno en la cabeza y era muy disciplinado. Salía a entrenar con él seis o siete horas y no hablábamos salvo en los repechos, pero de resto hacíamos cambios como si fuéramos en una fuga”.

Hampstein

“Algo bien bonito que tienen los equipos, sobre todo los conformados por ciclistas de varias nacionalidades, es que no existen esas rivalidades de las escuadras nacionales. En los equipos cada uno tiene un trabajo específico. Hampstein, un norteamericano que ganó el giro, no tuvo ningún problema de pasar a ayudarme y ser coequipero en muchas carreras; inclusive cuando yo tenía dificultades subiendo, él se quedaba para ayudarme”.

La fuga del verano del 93

El diez de Julio de 1993, en una etapa de falso llano, Álvaro Mejía se sumó a una fuga en la que también estuvo el legendario Johan Museeuw, que, gracias a la ventaja obtenida al final del día, alcanzó el maillot amarillo. El colombiano ocupó puestos de vanguardia en la clasificación general, integrando el grupo que el cronista Luis Gómez caracterizó de advenedizos.

La etapa la ganó un danés de veintinueve años llamado Bjarne Riis; en aquel momento lucía la camiseta de mejor escalador y ese dato, que pasaba como una curiosidad por ser el primer danés en ocupar dicha posición, fue la premonición de lo que ocurriría tres años después cuando, con su estampa de un Odin con alopecia, acabó con el imperio de Induráin y fue el primer nórdico en ganar la clasificación final del tour de Francia.

“La verdad que uno siempre debe medir sensaciones a ver cómo se encuentra el organismo y yo me encontraba supremamente bien, sentía que era el mejor momento para hacer un buen tour, y lo aproveché. Desde un comienzo estuve bien ubicado, tratándome de ir en fugas que me dieran segundos importantes, como fue esa”.

“Nos fuimos con un compañero que me decía que pasáramos y trabajáramos, pero no mucho para que yo le ayudara en el sprint final. En los últimos doscientos metros intenté, pero él no alcanzó y llegó segundo. Yo quedé bien en la general, con muy buenas sensaciones”.

La difícil lucha contra el reloj

“Empezamos a abonar elementos con un equipo muy motivado que trabajó muchísimo en todos los momentos; me ubicaban en la parte del grupo porque eso es clave para el capo: estar siempre adelante y uno nunca sabe, se puede sorprender… se trabajó muchísimo y finalmente logramos hacer un cuarto puesto, luego de haber estado segundos hasta la penúltima etapa de segundo, después de Miguel”.

“Perdí ese puesto del podio en una crono, donde yo fui bueno, incluso fui el primer colombiano en ganar una crono en Dauphiné, pero esta vez me desconcentré: venía pensando que Induráin me iba a descontar tres minutos, me fastidiaban las gafas, las tiré y los segundos que le llevaba a Rominger y Jaskula los perdí”.

El segundo lugar del Tour o el primero para los humanos

“Esa sensación de luchar por el segundo puesto también se vivía en el grupo; era ver a Miguel todos los días, en las etapas más difíciles, subir, ir adelante y hasta hacer sufrir a los escaladores. Uno nunca le veía momentos donde se podía atacarlo porque era él el que atacaba”.

“Yo nunca me olvido de la primera etapa de la segunda semana, que era de montaña y donde llegué segundo: estábamos, para finalizar, Rominger, Jaskula, Hamsptein, Induráin y yo y, faltando como dos kilómetros y medio Miguel pasó adelante, bajó dos piñones, quedó casi en el último, y arrancó; yo me fui a rueda, se reventó Hampstein, quedamos Rominger, Miguel y yo, pero rezaba para que pasáramos el puerto rápido”.

“El tipo realmente subía y, cuando quería, nos hacía sufrir. Sin embargo, le gané varias carreras subiendo y también en CRI, pero él llegaba al tour realmente transformado”.

Los mejores ciclistas con los que compitió

“Yo me acuerdo mucho de todos, pero creo que, de los grandes, Induráin y, por supuesto, los italianos Bugno, Chiapucci, Frondiest, que fueron muy combativos. Bugno les debe su segundo campeonato mundial a los colombianos; faltando dos vueltas, se rompió el grupo, quedaron más o menos quince corredores adelante y quince atrás”.

“Dentro de los del segundo lote estaba Bugno, ya nadie más trabajaba, pero uno de los compañeros de la selección me dijo qué hacemos y le dije que fuéramos adelante; nos pusimos a darle y, justo antes de empezar la subida para la última vuelta, entramos. Bugno aprovechó ese trabajo que hicimos, se ubicó adelante, él aguantó, subió con ellos y, cuando llegamos a la meta, nos sorprendimos”.

Amigos

“A nivel nacional yo creo que dejé muchísimos amigos de verdad. En Manzana hubo corredores antioqueños muy buenos que lo entregaron todo, ciclistas que me acompañaron casi hasta que me fui al Motorola. También hice amistad con muchos del pelotón nacional: con Lucho Herrera, con Fabio Parra, con Oliverio Rincón, con Oscar de J. Vargas, con el seleccionador nacional de ahora – Carlos Mario Jaramillo- y muchos corredores con los que nos vemos cada año, en un grupo de ciclistas”.

“En Europa había personas de muchísimas naciones con las que compartíamos el sacrificio y el sufrimiento de las victorias. Yo vivía muy cerca de donde estaba Armstrong y compartí con él y con el médico, Máximo Testa, que estaba en Como, y fue el que más me acompañó en Motorola”.

“También pasé tiempo con Hampstein y compartí con Induráin, Rominger, Jaskula… no igual que con mis compañeros, pero sí hablábamos antes de las etapas”.

El humano en la bicicleta: una sola máquina son sensaciones

“En los ciclistas tiene que nacer el interés por entender a la bicicleta. A mí me encanta desarmar una bicicleta, para mí es una terapia maravillosa. Desde ahí se tiene que sentir que se monta en una maquina donde el motor es uno, saber de su organismo, conectarse a las sensaciones. Me apasiona la parte de la respuesta del cuerpo frente a un esfuerzo físico”.

“Cuando estaba entrenando pensaba que lo hacia por ganar una carrera determinada y yo soñaba en que iba a ganar esa carrera; yo pensé siempre que esos entrenamientos ya eran parte de la competencia. A veces le digo a los ciclistas que no llevemos música en los oídos porque no solo nos desconecta del entorno sino de algo muy importante que debe tener un ciclista en un entrenamiento: las sensaciones, tengo que saber en qué cadencia voy casi sin contarlas y sin un reloj, tengo que saber cuál es la sensación de fatiga en cada pierna porque debo estar conectado con lo que estoy viviendo porque es el motor que es como una máquina, yo hago mucho énfasis con los ciclistas y era un trabajo que hacia conscientemente en los entrenamientos”.

“Por eso después estudié medicina, siempre me inquietaba todo lo que tenia que ver con la parte médica que tiene que ver con el rendimiento físico. Yo a los médicos que tuve, Cruz y Testa, los molestaba mucho porque llegábamos de las etapas y me quedaba hasta tarde haciéndoles preguntas sobre la medicina, sobre cómo, por ejemplo, se eliminaba una vitamina. Nunca los vi enojados y siempre se los he agradecido”.

Medicina deportiva

“Después de que terminé mi carrera, seguí vinculado con el medio deportivo. Siempre he trabajado en los hospitales, pero por los menos el cincuenta por ciento salgo por el compromiso que tengo con deportistas. También he sido médico de la selección Colombia de ciclismo y del equipo continental de Movistar; trabajé con los médicos en España, en donde estuve con Quintana y me encontré con los demás ciclistas en las primeras concentraciones. He sido también el médico de muchos eventos deportivos y he manejado la secretaría médica del departamento de Risaralda en todos los deportes, además de docente en algunas universidades”.

Política

“Siempre he sido un convencido de que, al ser seres sociales, somos políticos por naturaleza. Algunos dicen que no les gusta la política, que no son políticos, y yo les digo que el solo acto de ir a comprar en una tienda ya es político; lo que hay es politiquería que nos hace ver a la política como una actividad delincuencial casi”.

“Para el año pasado me llamó una de las candidatas a la alcaldía de Santa Rosa de Cabal, por el MAIS (Movimiento Alternativo Indígena y Social), me dijo que si encabezaba la lista al concejo y acepté la tarea. Me costó muchísimo sacar eso y, faltando un mes, pude hacer un trabajo juicioso, pero me di cuenta de que nos falta mucha conciencia política, nos falta aprender quiénes son las personas que pueden llegar a hacer un trabajo interesante y direccionado a las necesidades de una comunidad”.

“La gente ve es quién regala más electrodomésticos; es un pesar que lo pensemos así pero creo que los años nos irán madurando políticamente como sociedad”.

Andrés Felipe Escovar

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7 pensamientos sobre “Álvaro Mejía: la conciencia de la máquina tejida entre el hombre y la bicicleta

  1. Excelente artículo,que gran ciclista Álvaro Mejía,,,se parecía en si biotipo a Mauricio Soler.

  2. Muy bien Andrés, excelente entrevista, refleja el deportista y el ser humano, Mejía también fue un ciclista pionero y grande que labró el camino para los triunfos de hoy y mañana.

  3. Mejía y Rincón fueron el cambio generacional de Parra y Lucho desafortunada para Colombia en ese momento se acabo el apoyo de los equipos de marca como Postobon, Cafe de Colombia y demás, Yo discrepo de los que dicen que el ciclismo Colombiano desapareció del 90 al 2010, lo que no hubo en ese tiempo fue apoyo y los nuestros tuvieron que irse a correr a Europa

  4. Conocí a Alvaro Mejía en Bucaramanga cuando ganó la Vuelta de la Juventud, ese podio fue el mejor de la historia de esa carrera con Oliverio Rincón y Hernán Buenahora, luego recuerdo una gran crono frente a Fabio Parra para ganarle un Clásico RCN. Sin duda uno de los más grandes ciclistas que hemos tenido, muchos piensan que pudo lograr cosas más importantes pero yo me quedo con lo que logró y dentro de esos éxitos incluyo su título como médico algo para destacar.

  5. Alvaro Mejia un ciclista muy completo, todo terreno, hoy en día un gran profesional en el ramo de la medicina, pero me llamó poderosamente la atención el comentario entre líneas”… Es más, afirman que, en la penúltima etapa, en una Contrarreloj entre Villa de Leyva y Tunja, cuando yo arrancaba como líder con tres minutos de ventaja sobre el segundo, no se hicieron los controles debidos. Incluso una persona me afirmó que efectivamente llevaron al competidor durante uno o dos kilómetros agarrado a un carro para que descontara hasta que ganó la competencia”. Pues si hablamos de este año 1.988 el competidor en aquella vuelta a Colombia era Lucho Herrera y en ese tiempo , las transmisiones se hacían en radio, de TV( resúmenes) y los tres transmóviles de RCN que tenían la mayor y acaparaban la audiencia entre los seguidores, se situaban en sitios estratégicos con las dos motos que tomaban los tiempos permanentemente y le informaban a la audiencia de lo que venía sucediendo en la crono, es osado afirmar que Luchó ganó con ayuda porque ese día hizo una espectacular crono y en los dos tramos de subida que constaba la crono, voló sobre la cabra y le tomó el tiempo suficiente a Mejia para ponerse de líder.

  6. El Cometa Álvaro Mejía fue sin lugar a dudas un gran ciclista, siempre que competía nos sentíamos bien representados porque se ubicaba siempre bien, para luego finalizar las carreras en buenas posiciones en la clasificación general al lado de los grandes de aquella época. Siempre lo he admirado como ciclista, como entrenador de ciclismo, médico y comentarista de ciclismo.

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