Análisis: El Mundial de Qatar, entre el tedio y el peligro – Ciclismo Internacional

Análisis: El Mundial de Qatar, entre el tedio y el peligro

Por @pmpalermo

Desierto, calor, jeques, camellos y viento. Eso es lo que se vio esta semana en el Tour de Qatar y, como es de prever, lo que se verá en octubre, cuando se cumpla el designio de los petrodólares y se dispute el Mundial de 2016.

The peloton in Doha on stage 6

Claro está, será una cita para velocistas y rodadores, con dos atractivos principales: la fecha y el clima. En el primer apartado la mención es obvia, porque lo normal es que los ciclistas estén de vacaciones o pretemporada, motivo por el que no muchos arribarán en plenitud y la incertidumbre añadirá un condimento especial a la jornada.

En el segundo caso, es un factor crucial, ya que será la intensidad de las ráfagas la que evite -o no- a los espectadores un tedio casi seguro, como se vivió en el recién acabado Tour qatarí, a excepción de contados momentos.

Lejos de caer en lugares comunes, somos de los que piensan que son los corredores quienes dictan sentencia pero, a diferencia de lo que sucede en citas con desnivel, si el viento no sopla, la carrera será un calvario visual para los espectadores. No así con los puertos, que están allí guste o no a los pedalistas.

Por contrapartida, en una región conocida por sus tormentas de arena de semanas de duración y ráfagas de viento de 80 km/h, un evento deportivo podría verse opacado y hasta suspendido por el clima, sin olvidar la integridad física de los protagonistas.

En plena era de la globalización, suena lógico que el pelotón se traslade a Doha, así como sucederá algún día con ciudades de América del Sur o África. No obstante ello, Qatar es sumamente particular y ni los adoquines añadidos al circuito mundialista prometen demasiadas emociones.

A tal punto es llano el país árabe, que se llegó a pensar en colocar dunas artificiales, idea desechada luego de la presentación, en pos de respetar la geografía autóctona.

El viento como juez absoluto

Seamos sinceros: en cinco etapas del Tour que acaba de ganar Cavendish, lo más excitante llegó de la mano de un pinchazo, ese que apartó a Boasson Hagen de un merecido título, que hubiera estado cimentado en su monstruosa crono, porque poco y nada pudo hacer mano a mano contra sus oponentes en las volatas.

Pero eso fue todo y el hecho de haber contado con cinco fracciones posibilitó algo de emoción. En el caso del Mundial, deberán conjugarse múltiples variables respecto al viento en el Día D: debe ser intenso para favorecer abanicos, pero no extremo, porque ya ha tirado corredores de la bici. Si no sopla, la carrera muere.

Aquellos que aman los sprints sí disfrutarán de los movimientos de los trenes en el cierre, pero ni los 80 kilómetros por el desierto ni la mayor parte del camino por el circuito tendrán atractivos. Tanto así, que el público apenas se asoma a las puertas de sus casas cuando el lote los visita.desierto

Una vez más, sin desmerecer a los pedalistas y su incidencia en el resultado, creemos que poco podrán hacer para regalar espectáculo a un evento que parece condenado antes de empezar. Es más, casi se puede afirmar que, del mismo modo que la mayor parte de los aficionados se sientan frente al televisor a falta de 10 kilómetros en las jornadas planas del Tour de Francia, sucederá en octubre con el Mundial.

Para colmo de males, han discriminado a los escaladores y corrido la fecha para evitar el calor. Afortunadamente, los Juegos Olímpicos no son para los hombres rápidos, que tendrán revancha en octubre.

Otro aspecto a reseñar es que el circuito callejero no será azotado por el viento como sucedería en las planicies expuestas que rodean la ciudad. Los edificios ayudarán a frenar las ráfagas, que sí podrían sentirse en el tramo desértico previo.

De todas formas, además de un largo trecho para reagruparse, hay que decir que el trazado por la zona que precede al circuito, fue elegido adrede y no volará mucha arena porque allí está más compacta de lo usual y es casi tierra.

Así las cosas, el Tour de Qatar nos recordó lo aburrido que puede ser un evento ciclístico en los Emiratos Árabes y, más relevante todavía, lo importante del clima, con el viento como clave absoluta del éxito o fracaso de cara al show que, en última instancia, es lo que lleva a los espectadores a seguir una competencia.

Lamentablemente, lo que gran parte del público aguarda cada temporada durante meses con ansiedad, será apenas un embalaje masivo perdido en medio de la nada. Ojalá el Dios Eolo despierte del lado del pelotón y acompañe con la condiciones exactas, necesarias para que los clasicómanos destrocen el grupo.

El tiempo dirá, pero diseñar una prueba y que su éxito dependa de factores tan aleatorios e impredecibles, es un fracaso en sí mismo que ni todos los dólares del petróleo taparán jamás.

Pablo Martín Palermo

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