Johan Museeuw, el belga que podía volar sobre las piedras – Ciclismo Internacional

Johan Museeuw, el belga que podía volar sobre las piedras


Por Oscar Trujillo Marín

Una de las canciones más escuchadas en Europa en el otoño de 1965 fue “Like a Rolling Stone”, de Bob Dylan. En ese mismo otoño de 1965, en Varsenare, Bélgica, el 13 de octubre nació Johan Museeuw, el corredor que mejor ha llegado a rodar sobre las piedras de Flandes y el norte de Europa.

El gran clasicómano belga a duras penas se bajó del podio del Tour de Flandes y la París-Roubaix durante toda su longeva carrera como profesional en la élite, entre 1988 y el 2004. 13 podios entre las dos pruebas y 3 victorias en cada una de ellas lo dejan quizás en unas cifras de vértigo, casi inalcanzables para cualquier especialista en pavés contemporáneo.

Como si esto fuera poco, venció en 3 Flechas Brabanzonas, 2 E3 Harelbeke, 2 Kuurne-Bruselas-Kuurne y 2 Omloop Het Voolk (hoy Het Nieuwsblad). Además de una Amstel Gold Race, fue también campeón del mundo en 1996 y ganó la copa del mundo (actual ranking UCI) en dos ocasiones. Además de dos veces campeón de Bélgica, que es casi medio mundial largo… entre decenas de clásicas menores más ganadas e innumerables etapas en vueltas de una semana e incluso en el Tour de Francia. Sin duda ha sido uno de los mejores, sino el mejor, “piedrero” de la historia. Puede que la canción de Dylan lo haya predestinado de verdad para rodar, o más bien volar, como nadie sobre ellas.

En su dilatada carrera, Museeuw pasó por muchos equipos. Empezó en 1988 en el ADR belga (la misma escuadra donde corría Lemond y ganó en ella el Tour de Francia de 1989). Al principio, el corredor nacido en Valsenare era sprinter nato, incluso en la ronda gala de 1990 se llevó dos parciales al embalaje, -etapa final de París incluida-. Pero muy pronto evolucionó a experto en las duras clásicas del norte, hasta convertirse en leyenda.

A mediados de los noventa militó en el poderoso “Dream Team” Mapei GB, del belga Patrick Lefevere, el rey midas en formar equipos ganadores para clasicómanos y sprinters. El dominio de Johan, -y el equipo en general- llegó a ser tan aplastante, que en la versión centenaria de la Paris Roubaix, el 14 de abril de 1996 mientras por esas mismas fechas “a desing for live” de Manic Street Preachers era la canción más escuchada en Europa, el que pasó primero por la línea de meta en el velódromo de Roubaix fue Museeuw; pero no arribó solo… llegó junto a dos compañeros: Gianluca Bortolami y Andrea Tafi, segundo y tercero respectivamente. Colmando de forma insólita el podio. Lefevere había conseguido diseñar la vida de unos chicos con habilidad para las clásicas convirtiéndolos en depredadores temibles.

Museeuw y sus “gregarios” estrella se robaron el show. Lograron ese día tomarle dos minutos al siguiente corredor ajeno a la formación, Steffano Zanini. El mismo Lefevere, en plena carrera, tuvo que hablarles para evitar malos rollos, les dijo quién pasaba primero y por qué. El belga, por galones y jerarquía (era la máxima figura del equipo) tuvo ese honor. Los dos italianos, menos laureados, debieron secundarlo en una foto de poderío casi humillante para las demás escuadras. Para colmo, otro Mapei, -Franco Ballerini- llegó quinto.

Que el “León de Flandes” era un corredor extraordinario para las duras clásicas del norte es indudable. Pero quizás lo que lo dejó en la retina de los amantes del ciclismo fue su agresiva y espectacular manera de correr. No es tanto lo que ganó (que fue mucho) sino la manera espectacular en que lo hizo: siempre al ataque, arriesgándolo todo. Rompiendo el grupo desde lejos con un despliegue y generosidad únicos. Además, la gran punta de velocidad de sus inicios como sprinter jugaban a su favor en grupos reducidos, por eso era un enemigo con muchos recursos: el peor posible, el que siempre estaba en la pelea y pegaba de cualquier manera.

El belga era un obsesivo del entrenamiento riguroso. Razón por la cual a sus compañeros no les gustaba salir con él. Se quejaban que las “palizas” eran salvajes. Cinco salidas a la semana de seis horas mínimo detrás de la motocicleta de su padre. Al igual que en el pasado lo había hecho Anquetil. Era un método innegociable y le funcionaba: 30 horas a la semana a lo bestia, es decir a lo León de Flandes.

Como todo crack e ídolo generacional, Museeuw también tiene sus sombras, su lado oscuro, ¡eran los noventas! triunfaron Radiohead y Pearl Jam, pero también las Spice Grils y Los del Rio con “La Macarena”…. ¿Qué creían? ¡Si eran los noventas! Durante esa época (aparte de ser los uniformes de los ciclistas de diseños y colores horribles) y hasta la primera década del siglo XXI, los únicos corredores ganadores “Limpios” eran los ídolos, los consentidos y favoritos de cada cual según sus gustos filiaciones o nacionalidad compartida. El resto de figuras iban… bueno, ya saben cómo se las gastaban… ¿hace falta recordar sanciones, casos, operaciones policiales, confesiones y nombres?

Los demás, la historia (y ellos mismo han ido aceptando en confesión espontánea o contra las cuerdas por investigaciones posteriores) ha demostrado que la inmensa mayoría iban hasta las trancas. Esto carece de lírica, es muy crudo pero qué le vamos a hacer, como diría el baladista italiano Sandro Giacobbe: “la vida es así, no la he inventado yo”

Si se suprimieran los ganadores y podios de las principales clásicas y grandes vueltas de los noventas y primeros años del nuevo siglo, que no fueran puestos de EPO, (entre otras muchas sustancias y métodos más sofisticados que antaño), me temo que apenas quedaría nadie o casi nadie en las fotos. Como se pueden dar cuenta, ninguno en su momento dio positivo por EPO, entre otras cosas porque la tecnología adecuada para detectarlo se perfeccionó ya avanzada la primera década del nuevo milenio, se volvió mucho más fiable en la época de Ricardo Riccó y compañía.

Johan, quien al final de su carrera resultó implicado en un caso de posesión de EPO y Aranesp, difícilmente defendible, terminó confesando en 2006 que al igual que casi todo el pelotón (menos los ídolos nacionales y personales, de cada uno de ustedes, claro) consumían ese tipo de sustancias. ¡Lo había visto, in situ! no se lo habían contado. Que en ese momento era normal en el pelotón como lo fueron las anfetaminas con coñac en los sesentas para Merckx, Simpson, Poulidor y Anquetil. Que era parte de las rutinas de un ciclista profesional de élite.

Mirando los podios de las principales clásicas y Vueltas entre 1990 y el año 2010, más o menos, nadie se atrevería a discutírselo, cuando lo que abundan son dopados confesos, descubiertos, borrados del palmarés, algunos pocos sin mancha conocida y muchos redimidos que tuvieron segunda oportunidad. ¿Qué hacemos? ¿los matamos a todos?¿Nos ponemos una venda en los ojos? ¿Podemos cambiar el pasado? O simplemente miramos la historia como fue y no como debería haber sido. Fueron hijos de su tiempo y en una inmensa mayoría compitieron en igualdad de condiciones. No digo que sea ético, recomendable, sano o deseable. Solo nombro una realidad evidente.

Suponemos que el corredor belga en esa particular igualdad de condiciones simplemente fue el mejor en su época, generación y especialidad. También argumentó Museeuw que en toda su carrera jamás dio positivo en un control. Lo cual, como hemos visto en el mismo Armstrong y tantos, por esos años no demostraba inocencia alguna.

Lunares aparte, el belga fue un corredor corajudo y muy persistente. Tuvo dos accidentes muy graves, en Paris-Roubaix de 1998 en el cual se destrozó su rodilla derecha, que para más inri, se le infectó de mala manera hasta el punto de que incluso los médicos consideraron amputarle la pierna. Estuvo un año largo en el dique seco y al regresar en el año 2000 (poco después de que el mundo se acabara) mientras iba soltando sus agarrotados músculos… se llevó de nuevo el Infierno del Norte.

En el verano de 2000, sufrió un tonto accidente de motocicleta que resultó en una fractura de tibia, clavícula y gravísima conmoción cerebral. Estuvo al borde de la muerte, en coma 15 días. Pero dos años después, una vez recuperado, regresó para adjudicarse su tercera Roubaix. Supongo que hay que ser un portento, aparte de tener una voluntad de hierro, tesón encomiable y demasiada calidad para poder hacer eso. El tipo no parecía de este mundo.

Está claro que, con luces y sombras, el corredor belga tenía un don, algo superior. Algo fuera de lo común, una condición física natural privilegiada y aparte de eso, mucho trabajo tras de sí. Demasiado amor por este deporte, coraje y capacidad para sobreponerse a la tragedia pocas veces vista en esa intensidad, y más para regresar directamente a ganar grandes cosas de nuevo. Si les hace ilusión juzgarlo y crucificarlo, bien puedan. A mi no. Me quedo con lo bueno, que fue mucho también.

El ocaso de su carrera lo vivió como mentor y profesor -compañero de equipo- de un desconocido alumno por la época: Tom Boonen en el Quick Step-Davitamon. Sí, efectivamente de Lefevere.  Por lo visto, Boonen fue alumno demasiado aplicado, por muy poco y supera a su sensei. Musseuw le ayudo a diseñar su vida como clasicómano y a rodar, casi volar también sobre las piedras como solo los elegidos y Bob Dylan han podido hacerlo.

Oscar Trujillo Marín

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5 pensamientos sobre “Johan Museeuw, el belga que podía volar sobre las piedras

  1. Buenas notas para estos tiempos inciertos. Terrible ese 1 2 3 de Mapei. Saludos cordiales, rutero de 1,86 y 88kg (cuando joven) en cuarentena en Catamarca, Argentina.
    Quedate en casa por favor.

    1. Perdon, quedo trunca la intencion: la referencia a peso y altura es debida a mi identificacion con los clasicomanos, los pesados del peloton. Saludos

  2. Muy buenos artículos. algo bueno del parón es que da tiempo para esto. Valdría la pena editarlos y publicarlos. El estilo me recuerda a las “vidas imaginarias” de Schwob o “bajo el signo de saturno” de Susan Sontag”.

  3. Un monstruo, aunque yo iba siempre con AndreibTchimill, que era su archienemigo en el pavés.

  4. Gran exposicion Oscar, Johan es de los ciclistas que son sinonimos a adoquines y primavera europea. De las grandes vueltas solo corrio Tour, nunca se puso el numero en giro o vuelta, y con tan solo dos etapas ganadas en la gran boucle (como si fuese poco para un deportista que elige hacerse profesional en este maravilloso deporte); una muestra mas de que en el mundo de las bielas, no solo las competencias de tres semanas generan idolos y modelos…. agradezco el posteo y en este antojo de pedir, me gustaria siguieras con otra narracion, la de quien como señalas a su ocaso (Museeuw) hizo de “mentor y profesor”…. otro piedrero belga que hizo historia:Tom Boonen

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