La Volta Catalunya encuentra un respiro

Por @JoanSeguidor

Ocurre en el ciclismo europeo que mientras escenarios históricos y pioneros languidecen, se aprecia como nuevos países y nuevas culturas crecen alrededor de este bello deporte. Los primeros compases de la campaña ya no son en el viejo continente y los mejores equipos del mundo se van a lo largo y ancho del globo para empezar a competir y atornillar el estado de forma de los corredores.

Entre las carreras que lo están pasando realmente mal está la Volta a Catalunya. Para quienes no lo sepan no estamos hablando de una competición cualquiera. Hace tres años cumplió cien años, ahora mismo en el World Tour sólo le superan en antigüedad Giro y Tour e incluso podríamos decir que un evento del nivel y trascendencia del Tour de Flandes es más moderno que esta carrera.

Cuando España aún no mascaba ciclismo del grande, del de mayúsculas, la Volta ya existía. En 1911 echó a rodar una edición que se corrió en torno a la festividad de Reyes, en un clima invernal y plomizo pero con una ilusión tremenda. Con los años aquí tenemos una de las carreras con mejor palmarés de todas. Mariano Cañardo, un navarro pero adoptado en tierras catalanas, la ganó siete veces, incluso con la Guerra Civil española de por medio. Con los años se sumaron muchos grandes. Eddy Merckx, Felice Gimondi, Bernard Thévénet, Sean KellyJacques Anquetil,… un listado del que pocos ilustres se escaparon y del que Miguel Indurain participó tres veces.

Pero vivir de rentas es imposible y el último periodo de la Volta no ha sido sencillo. Patrocinada por Turismo de Castilla y León, dado que muchos catalanes eligen estas tierras para sus vacaciones, la carrera entró en un vacío de patrocinio que llevó a ser auxiliada por la propia Generalitat de Catalunya. La situación se tornó tan grave que la propia UCI tuvo que interesarse para salvaguardar una carrera que es patrimonio universal del ciclismo.

Así nos plantamos en la edición que está a punto de arrancar de uno de los principales municipios turísticos de Catalunya: Calella. Y se hace desde un momento que se presume dulce pues esta carrera venida a menos y a pesar de todos os problemas reúne una participación de lujo tal, que posiblemente ni el Tour de Francia próximo pueda atesorar porque si en Catalunya faltarán Nibali y Valverde en Francia lo harán dos de sus inquilinos del último podio, Nairo y Purito.

Si los comensales son la creme de la creme, el menú pinta bien. Aunque se acuse la ausencia de la crono –una fórmula que en vueltas pequeñas a veces has perjudica- la concatenación de dos llegadas en alto en La Molina y Vallter 2000 parece ser la clave de un itinerario de siete días que parte de Girona, se adentra en Lleida, baja a Tarragona y muere en la capital, en Barcelona con una etapa cargada de simbología pues nace del barrio de Sants, de ahí donde nació la centenaria carrera, y acaba en Montjuïc y su circuito.

Y es que la Volta pasará varias veces por delante del Museo Olímpico de Barcelona, muy cerquita del pebetero que alumbró los juegos del 92. Y la ocasión es especial porque estos días el museo recuerda la figura de Miquel Poblet, uno de los más grandes velocistas de la historia que en la Volta encontró dos veces el triunfo final y numerosas etapas, tantas que aún hoy, y posiblemente para mucho tiempo, seguirá siendo el máximo anotador de la historia de una de las carreras más antiguas de siempre.

Ibán Vega, especialista en ciclismo residente en Catalunya