Mavic, el mítico fabricante de ruedas ha sido declarado en quiebra – Ciclismo Internacional

Mavic, el mítico fabricante de ruedas ha sido declarado en quiebra

Por Oscar Trujillo Marín

Mavic, el famoso fabricante de ruedas con más de 130 años de historia ha sido quizás junto al leoncito de peluche que recibe el líder de la carrera el símbolo comercial más emblemático del Tour de Francia en los últimos 40 años.

El origen del adorable y codiciado felino de tela en cada premiación se remonta a 1987, cuando el banco francés Credit Lyonnais (hoy LCL) empezó a patrocinar el jersey amarillo e instauró su símbolo empresarial como inseparable premio al ganador, al que se le entrega a la par de la camiseta amarilla. El primer leoncito de la historia entregado en el Tour de Francia se lo quedó Stephen Roche ese año.

Pero hoy no venimos a hablar de asuntos tan tiernos, la crudeza de la quiebra ha tocado la puerta de otra de las marcas francesas más entrañablemente asociadas a la máxima competencia ciclística mundial. El especialista fabricante de ruedas Mavic ha sido declarado en quiebra por un tribunal comercial francés, así lo anunció esta semana la (AFP).

El informe dice que se le ha solicitado rendición de cuentas a la antigua empresa matríz Salomon; y su principal accionista la compañía finlandesa Amer Sports. Esto significa que serán intervenidos por el estado y esta administración judicial se hará cargo de los activos de la empresa trabajando en favor del interés de los acreedores, que no son pocos.

Mavic (Manufacture d’Articles Vélocipédiques Idoux et Chanel) desde 1980 que entró a patrocinar y colaborar con el Tour, es mundialmente conocida gracias a ser ese servicio de asistencia neutral en la ronda gala y demás carreras organizadas por ASO. Sus llamativos coches amarillos y motos ídem de servicio y asistencia mecánica llevan ruedas y especialistas prestos a ayudar a cualquier corredor cuyo vehículo oficial no esté a mano.

La empresa con sede en Francia, ceca de St. Etienne emplea a 250 personas. La marca fundada en 1889 es responsable de los apetecidos juegos de ruedas Aksium y Ksyrium, líderes del mercado, así como de la fabricación de equipos como zapatos y ropa. ¿Cómo llegó a esta dramática situación a pesar de tal reconocimiento de marca y tener productos estrella?, es un misterio. Pero sus dificultades sufrieron la puntilla con este nefasto primer semestre de apocalípsis adelantado.

Quizás la explicación sea más prosáica y tiene que ver con esa creciente y voraz tendencia de tanto billonario fondo buitre de inversión, que andan siempre a la caza de cualquier empresa mundial con el más mínimo amago de dificultades para invertir sin mayor arraigo, pasión ni conocimiento por su actividad, localización, idiosincrasia, arte u oficio y con el único objetivo de pescar en rio revuelto para obtener unos réditos a corto plazo.

El ex propietario de Mavic, Amer Sports, una parte interesada en Salomon, así como en Wilinson y Sunto, vendió el negocio a un fondo de inversión californiano Regent LP en julio del año pasado. Desde entonces el descenso a los infiernos de Mavic solo ha ido empeorando.

Los fondos buitres no traen respuestas con calado social y reinversión a largo plazo, lo que quieren es invertir y les daría igual que fueran ruedas, plantaciones de brócoli, caramelos de uranio, fábricas de supositorios y prótesis dentales o lo que fuera, es su insaciable olfato por el negocio lo que los mueve.

A pesar de la sombría caída en desgracia y situación actual de Mavic, desde la administración judicial se guarda la esperanza de que un comprador con arraigo y conocimiento del ramo se interese por el proyecto con fama y reconocimiento mundial y pueda mantenerse el empleo y la producción en territorio francés. Y, si no fuera mucho pedir, que no abandora el patrocinio del ciclismo deporte que la ayudó a llegar a la cima y la hizo mundialmente famosa.

Esto, si no fuera porque es una implacable y desgraciada tendencia en casi todos los apartados empresariales no dejaría de ser una desafortunada anécdota. Pero esta misma semana (y también dentro del mundo del ciclismo) el mítico fabricante de bicicletas de la prestigiosa marca que lleva su apellido, el italiano Ernesto Colnago vendió su mayoritaria participación en su empresa a un (altruista y apasionado por el ciclismo, de toda la vida) fondo de inversión de Abu Dabhi.

Desde luego, este fondo por puro amor al ciclismo no deslocalizará las empresas a Asia para bajar los costes de mano de obra, no mermará la calidad casi artesanal de sus preciosas bicicletas, y no venderá a las primeras de cambio -y al mejor postor- un negocio familiar que a don Ernesto le costó posicionar desde hace casi 70 años que empezó con un pequeño taller artesanal en Milán.

Todo sea en aras del libre mercado total sin controles ni restricciones; del laissez fare salvaje como mantra innegociable, de ese demencial deseo de acumular más entre quienes más tienen, y de esta deshumanizada obsesión por crecer a cualquier coste que nos tiene ahora mismo sintiendo vergüenza de ser humanos. Bueno, a algunos. A otros no tanto.

Ya hace tiempo estos simpáticos fondos de buitres billonarios empezaron a quedarse con los equipos más prestigiosos de baloncesto o fútbol, ya tienen al menos dos formaciones ciclistas, e irán a por más. Gente sin ningún arraigo, pasión ni interés por el deporte que al menor vaivén del mercado no dudarán en dar la espantada o vender a otro fondo aún más voraz los sueños, filias y simpatías de cualquiera.

Las marcas y los equipos solían ser motivo de orgullo regional y tenían un alto componente de identificación social con pueblos que las habían hecho crecer y las veían como parte de sus vidas. Hoy son hologramas en bolsa que son rastreados a diario buscando el menor síntoma de debilidad por cazadores de desgracias prestos a soltar su dinero sin un proyecto serio a largo plazo, más allá de maquillar las cifras para vender pronto y obtener réditos inmediatos, sin escrúpulos y a la mayor brevedad.

La lealtad, la calidad del producto que los hizo grandes, el compromiso social y el romanticismo del mecenazgo deportivo no se llevan bien con estos altruistas mecenas de la avaricia. Y estas virtudes para hacer dinero sin mayores miramientos son envidiadas y celebradas como símbolo de audacia y éxito en la vida por la mayoría de la gente. Es la ética exclusivamente monetariable la que mueve este mundo y se nota.

Oscar Trujillo Marín

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